Un sólo centímetro cúbico cura diez sentimientos melancólicos.



[...]En la oscuridad, vio brillar un horrible recuerdo. Su madre lo había llevado al zoológico de Boston y él había estado observando un pájaro enorme. Tenía las plumas más hermosas que había visto en su vida, de un rojo púrpura y un azul encendido. Pero sus ojos eran muy tristes. Preguntó a su madre de dónde procedía ese pájaro y al oír decir que de África, comprendió que el ave estaba condenada a morir en aquella jaula, lejos del lugar al que Dios la había destinado. Entonces se echó a llorar. Su madre le compró un helado y él interrumpió el llanto por un rato; pero luego volvió a pensar en ello y comenzó a llorar de nuevo. Mientras volvían a casa en el tranvía que los llevaba de regreso a Lynn, su madre le dijo que era un niño tonto y afeminado.
Aquellas plumas... Aquellos ojos... [...]


[...]En un libro, todo habría salido de acuerdo con el plan, pero en la vida era tan jodidamente desordenada... ¿Qué se puede decir de una existencia en la que alguna de las conversacionesmás cruciales ocurrencuando uno no tiene necesidad de evacuar, una existencia en la que ni siquiera existen los capítulos? [...]



-Te visitará un extranjero alto y oscuro-dijo la gitana a Misery, quien, asombrada, comprendió al instante dos cosas: ésa no era una gitana y no estaban solas en la tienda. Pudo oler el perfume de Gwendolyn Chastain en el instante en que las manos de la loca se cerraron rodeando su cuello.
-En realidad-observó la gitana que no era una gitana-, creo que ya está aquí.
Misery trató de gritar, pero ya no podía ni respirar.


S. K.

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