Generalmente se presentan dos tipos de situaciones:
las que nos acercan y las que no,
estamos en la segunda categoría.
Mejor que una tercera, la que nos aleja:
las palabras hieren más que un golpe o un agravio físico.
Lo que no decimos lastima aún más,
hincha las gargantas, infecta el alma
y queda colgado en el aire
como telarañas borrosas.
Cada vez más lejos.
Estamos en presencia de la nostalgia aniquiladora.
Por eso, amarte no es dejar de sentir tristeza.
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