Cuando el mundo sea reducido a un solo bosque negro para nuestros cuatro ojos atónitos, – a una playa para dos niños fieles, – a una casa musical para nuestra clara simpatía, – yo te encontraré.
Que no haya aquí abajo más que un anciano solo, calmo y hermoso, rodeado de un “lujo inaudito”, – y yo estaré a tus pies.
Que yo haya cumplido todos tus recuerdos, – que yo sea aquella que sabe darte garrote, – yo te ahogaré.
Cuando somos muy fuertes, – ¿quién retrocede?, cuando estamos muy alegres, – ¿quién hace el ridículo? Cuando somos muy malvados, – ¿qué harían con nosotros? Engalanaos, bailad, reíd. – Nunca podré arrojar el Amor por la ventana.
- ¡Compañera mía, mendiga, niña monstruo!, qué poco te importan estas desdichadas y estas artimañas, y mis apuros. Únete a nosotros con tu voz imposible, ¡tu voz!, único adulador de esta vil desesperanza.
En algún lugar debe haber un basural donde están amontonadas las explicaciones...
Un sólo centímetro cúbico cura diez sentimientos melancólicos.
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